Luchando contra los estereotipos latinoamericanos

Es difícil mantener el equilibrio entre dos culturas

A la edad de 15 años, mi mamá comenzó a trabajar siete días de la semana en una fábrica en Guatemala para ayudar a mantener a su familia. Por tanto, sus largas horas de trabajo provocaron el final de su carrera académica. Muchos años después, emigró a los Estados Unidos, donde tuvo a mi hermana y a mí. Sin embargo, incluso en Estados Unidos, continuó sacrificándose en más formas de las que puedo contar para que sus dos hijas tuvieran las oportunidades que nunca se le presentaron.

Puede que estés pensando que esta historia te suena extremadamente común, algo que has escuchado una y otra vez. Lo es. Para la mayoría de los niños de primera generación, las historias de nuestros padres son las mismas. La mayoría de las veces, su historia comienza con “Vine a Estados Unidos en busca de una vida mejor”. El “sueño americano” se encuentra en muchas formas, pero como yo lo entendí; eso significaba que haría todo lo posible para ser una hispana-americana exitosa, y para mí, junto con muchos otros, eso comienza con lo académico.

Al comenzar mi primer año en East Meck, comencé a cuestionar qué tan bien había estado balanceando mi herencia hispana en el proceso de asimilación a la cultura estadounidense. En el proceso de crear nuevas amistades y relaciones con mis compañeros de clase, muchos de ellos se sorprendieron al saber que yo era hispana. Aparentemente para ellos, la forma en que te vistes, la dificultad de las clases que tomas y tus amistades, determinan tu cultura.

Mientras estas inferencias y estigmas expresados pueden ser sorprendentes, es una experiencia que comparten muchos latinoamericanos. Balancear dos culturas no es tarea fácil para nadie. Por ejemplo, vivir en un hogar hispano es, por falta de una palabra mejor, caótico. Existe una expectativa exagerada de completar sus quehaceres, involucrarse  en socializar con los miembros de su familia y se mantenga al día con el trabajo escolar. Por otro lado, al ingresar a clase debes socializar adecuadamente con tus compañeros cuando te lo pidan y mantener una ética estable.

Imagínese tener que cumplir con estas expectativas mientras te cuestionan sobre su identidad. Para nosotros los latinos que estamos trabajando duro para lograr una meta académica o personal, se nos puede llamar intimidantes, muy esforzados o incluso, nos llaman gringos y gringas, entre otras cosas. En retrospectiva a la vida estudiantil en East; tomar clases de IB / AP / Honores, asistir a eventos organizados por los estudiantes o incluso participar activamente en el cuerpo estudiantil no nos hace menos hispano. Ser una buena persona o estudiante no le da a nadie el derecho de hacer que una persona se sienta menos de lo que es.

Personalmente, disfruto esforzándome académicamente tanto como disfruto comiendo tamales. Yo he aceptado que estoy haciendo lo mejor que puedo para balancear el estilo de vida hispano-americano, pero el tiempo que dediqué a cuestionar esto nunca tuvo que ocurrir y, en últimamente, ya no debe de ocurrir. Todos somos diferentes y es hora de que nadie sea juzgado por lo bien que se ajusta a un estereotipo.